Al estar hiperconectados, muchas veces cuesta poner límites de horarios a la jornada laboral. Aprender a hacerlo ayuda a evitar el estrés.
Cuántos recibieron un WhatsApp laboral cuando ya habían salido de la oficina y estaban ejercitando en el gimnasio. Y quién no recibió un mail un sábado a la tarde y no resistió la tentación de abrirlo, aunque esté en su día libre.
Estas acciones en un primer momento parecen mínimas, pero en la sumatoria de las que suceden en la semana, el mes y el año van generando una carga mental que empieza a estresar a la persona.
Lo que sucede es que, en el mundo actual, donde el trabajo, la comunicación y el ocio se llevan a cabo casi exclusivamente en plataformas digitales, evitar la “intoxicación digital” se convierte en una habilidad clave para el bienestar mental y físico.
¿Qué es la intoxicación digital?
Es lo que ocurre cuando la exposición excesiva a las pantallas y al flujo constante de información empieza a generar fatiga, estrés, y en ocasiones, incluso ansiedad o problemas de sueño.
Poner un freno
Aprender a cuidarse y a gestionar el tiempo online permite mantener el equilibrio y conservar la claridad mental necesaria para ser productivos y disfrutar de la vida cotidiana.
Primero, es fundamental establecer límites claros con el uso de dispositivos. Tener horarios definidos para revisar correos o mensajes laborales puede ayudar a evitar la sensación de estar constantemente disponible.
Para quienes trabajan en modalidad remota o híbrida, es importante desconectar al finalizar la jornada, cerrando las plataformas de trabajo y alejándose de los dispositivos. Establecer una “zona libre de pantallas” en casa, como durante las comidas o al menos una hora antes de dormir, también contribuye a reducir la sobrecarga digital.
Hábitos personales
El consumo de redes sociales merece especial atención. Dado que las plataformas están diseñadas para captar nuestra atención, es fácil pasar más tiempo del planeado en ellas, lo cual puede impactar en nuestro ánimo.
Filtrar las notificaciones, definir un tiempo específico para el uso de redes y revisar conscientemente qué contenido estamos consumiendo ayuda a evitar caer en la saturación informativa.
Además, actividades como el ejercicio físico, la lectura de libros en papel o el tiempo al aire libre son fundamentales para recargar energías y evitar el agotamiento que producen las pantallas.
Finalmente, la práctica de la desconexión consciente puede resultar muy beneficiosa. Esto implica hacer pausas planificadas en las que evitamos el contacto con cualquier dispositivo electrónico para realizar actividades relajantes o creativas.
Algunos dispositivos y aplicaciones ayudan a desconectar permitiendo ponerse en modo “no molestar” o alertando cuando se está sobrepasando el uso de la pantalla. También existen aquellos que anticipan su baja de actividad antes de la hora de dormir que paute su dueño.
¿Cómo ayudar a seguir desconectando?
La meditación y la atención plena (mindfulness) son prácticas cada vez más valoradas, ya que ayudan a reducir el estrés acumulado por el exceso de estímulos digitales. Estos momentos de desconexión intencionada pueden mejorar tanto el bienestar personal como la calidad de nuestras interacciones digitales, haciéndonos más productivos y presentes.
Cuidarse de la intoxicación digital no significa renunciar a la tecnología, sino aprender a usarla de forma equilibrada, dándole espacio a actividades que promuevan un estilo de vida saludable.